jueves, 20 de octubre de 2011

CARACTERÍSTICAS FISIOLÓGICAS DE LOS FUTBOLISTAS


A mediados de los años 80, el genial entrenador danés Jens Bangsbo desarrolló un extraordinario método del entrenamiento intermitente. Bangsbo logró mensurar el trabajo con un régimen al que llamó “Yo-Yo Test”, a través del cual se realiza una medición exacta del consumo de oxigeno de los atletas, su sistema continúa siendo el más confiable del mundo aun en nuestros días.
Bangsbo impuso en la selección de su país un plan de trabajo basado en comprobaciones  científicas abarcando las diferentes áreas, fue así como se realizaron varias mediciones durante los partidos,  durante los entrenamientos tanto específicos, como en entrenamientos que simularon partidos reales. Los exámenes de laboratorio estudiaron los metabolismos e índices de fatiga en todas las variantes; se realizaron distintas extracciones en los distintos grupos musculares activos, estudios de cuerpo entero, biopsias musculares; incluso se utilizaron resonancias magnéticas en donde cultivaron  los cambios metabólicos durante los partidos.
Los  estudios de la época mostraron que el promedio general de carrera era de aproximadamente 11 Km. Durante 90 minutos de juego, las variaciones fundamentales fueron las posiciones fijas en donde los centrocampistas corrían a velocidades más bajas que los defensores y delanteros. Claro que las demandas aeróbicas en carrera son solo parte del desgaste energético de un futbolista quién además arranca y frena, salta, asiste, acelera, desacelera, etc. Los resultados clínicos demostraron que el consumo máximo de oxigeno tiene un promedio de un 70 %, mientras que la producción de energía aeróbica supera el 90 % del consumo total de energía. Durante los periodos de intensidad máxima hay una predominancia del consumo de fosfocreatina y en menor grado de ATP (gracias al trabajo intermitente la recuperación de los fosfatos es alta).  Los depósitos de glucógeno muscular pasan a ser el combustible de mayor utilización durante los 90 minutos de juego aunque también hay una importante demanda de ácidos grasos, triglicéridos, glucosa en sangre y sustratos oxidativos derivados del lactato. Las variaciones más importantes se encontraron en la producción de lactato, en donde si bien el promedio Gral. Dio un resultado de 3-8 mmol, los marcadores laterales y los mediocampistas superaron en varias pruebas los 10 mmol.
Se demostró que la fatiga no siempre se produce por altas concentraciones de lactato, tampoco es excluyente la baja producción de energía, se demostró que las producciones altas de potasio reducen la fuerza muscular luego de intensidades altas aumentando junto al NH3 la fatiga muscular, otro factor fundamental  es la baja concentración de glucógeno muscular.
Estos resultados fueron analizados por numerosos especialistas, sobre los mismos se realizaron estrategias de entrenamientos que optimizaron de manera notable el rendimiento físico-metabólico de los atletas. Un ejemplo claro es que se determinó que durante la ejecución de ejercicios de alta intensidad con micro-pausas de recuperación,  las  producciones de lactato  y NH3 bajan de manera considerable, esto dio fundamento hacia la optimización del trabajo intermitente. Otro estudio realizado con ejercitaciones a una sola pierna demostró que las actividades previas realizadas con ejercicios ligeros reducen de un modo significativo la aparición del lactato. Además se comprobó que únicamente un porcentaje menor de lactato acumulado se convierte en glucógeno muscular.
Si bien es claro que las capacidades técnicas innatas de los futbolistas son cruciales dentro de un partido de de fútbol, es fundamental  que el entrenamiento físico esté orientado a optimizar todas las capacidades, incluyendo las demandas fisiológicas altas propias de la alta competencia, como así también es necesario estimular las condiciones psicológicas y tácticas que demandan los altos niveles actuales.

Texto: Jorge Porfilio Cubiló




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